Ayer España vendió energía a Portugal, Marruecos y Andorra. España compró energía a Francia.
País | Intercambio |
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Francia | ▲ 34,13 GWh |
Portugal | ▼ -51,76 GWh |
Marruecos | ▼ -12,83 GWh |
Andorra | ▼ -0,20 GWh |
En resumen, ayer España importó 34,13 GWh y exportó 64,79 GWh, lo que supone un balance de intercambio negativo de -30,65 GWh con sus países limítrofes.
Cuando hablamos de electricidad, no todo se queda dentro de nuestras fronteras. España no funciona como una isla energética: estamos conectados a las redes eléctricas de países vecinos como Francia, Portugal, Marruecos y Andorra.
Estas conexiones no son casualidad ni capricho: tienen objetivos muy concretos y, además, están alineadas con lo que la Unión Europea recomienda a todos los estados miembros.
Las interconexiones eléctricas son líneas de alta tensión que conectan dos o más países y permiten que la electricidad fluya entre ellos.
En otras palabras, si un país necesita electricidad y otro tiene excedente, pueden intercambiarla gracias a estas infraestructuras.
Esto es útil por varias razones: mejora la seguridad del suministro, permite integrar más energías renovables, ayuda a estabilizar el sistema eléctrico y, en muchos casos, abarata el precio de la luz.
España tiene interconexiones con cuatro países: Francia, Portugal, Marruecos y Andorra. Cada una cumple un papel distinto, pero todas son importantes.
Francia es, probablemente, la interconexión más estratégica. A través de los Pirineos pasan varias líneas eléctricas, y desde 2015 tenemos una conexión moderna en corriente continua que atraviesa el túnel del Pertús.
Gracias a estas líneas, España puede enviar o recibir energía del resto de Europa.
El problema es que, hoy por hoy, esa capacidad es limitada. La UE recomienda que cada país tenga al menos un 15% de capacidad de interconexión respecto a su potencia instalada, pero España está aún muy lejos de ese objetivo.
Por eso se están planificando nuevas conexiones, como la que unirá el País Vasco con el suroeste de Francia mediante un cable submarino.
Con Portugal la relación es mucho más fluida. Ambos países comparten un mercado común de electricidad (el MIBEL), y sus redes están completamente integradas. Esto hace que las interconexiones entre ambos funcionen casi como si fueran parte de un mismo sistema eléctrico.
Esta colaboración permite optimizar recursos, mejorar la eficiencia y garantizar el suministro en situaciones de emergencia en cualquiera de los dos lados.
Desde finales de los 90, España está conectada con Marruecos mediante un cable submarino que cruza el Estrecho de Gibraltar. Esta conexión es la única que une Europa con África en términos eléctricos.
El objetivo principal es garantizar el suministro mutuo: Marruecos puede importar electricidad de España en horas punta, y España puede hacer lo mismo si es necesario.
Además, Marruecos tiene un gran potencial en renovables (especialmente solar), lo que podría abrir oportunidades para importar energía limpia en el futuro.
Ya hay planes para construir una tercera línea que aumente aún más esta capacidad de intercambio.
Andorra, aunque pequeña, también está conectada al sistema eléctrico español. Esta interconexión permite al Principado importar energía cuando lo necesita, y forma parte del esfuerzo por tener una red más estable y colaborativa en toda la región.
La Unión Europea lleva años insistiendo en la necesidad de mejorar las interconexiones entre países. ¿La razón? Un sistema eléctrico más interconectado es más seguro, más competitivo y más respetuoso con el medio ambiente.
Por eso, la UE recomienda que todos los países alcancen al menos un 15% de capacidad de interconexión.
En el caso de España, la conexión con Portugal es excelente, pero la de Francia sigue siendo insuficiente. Resolver eso es clave para cumplir con los objetivos europeos y facilitar la transición energética.
Las interconexiones eléctricas no son solo cables: son un símbolo de cooperación, eficiencia y futuro. Gracias a ellas, España puede participar activamente en el mercado energético europeo, garantizar su suministro, exportar su potencial renovable y avanzar hacia un modelo energético más sostenible.
Queda trabajo por hacer —especialmente en mejorar la conexión con Francia—, pero el camino está claro: estar conectados nos hace más fuertes.